22 mayo 2007

RUBEN BODEWIG Y LA "BRITÁNICA"

Literalmente, este es un mensaje que nos ha enviado un amigo de "Alicante en el Recuerdo y en la Actualidad":

Estimados amigos.
Soy un estudiante de Arquitectura de 22 años, enamorado de Alicante, de su historia, de sus bondades... y también muy concienciado en mejorarla desde muy pequeñito. Siempre he seguido la evolución de la ciudad, he leído y buscado información en libros, guardado imágenes, recortes... conozco su evolución urbana e histórica desde bien chiquitín, y un día, por casualidad, encontré vuestro blog, y me encantó ver que hay gente a la que también le apasiona y le enamora su ciudad.
Os quiero felicitar por la dedicación y el cariño que se desprende de cada artículo, tan bien redactado y documentado, así como con la calidad de las fotografías.
Yo nací en Alicante, y siempre he vivido aquí. Primero en Altozano, viendo este barrio crecer y desarrollarse desde que mis padres compraron un piso entre solares con juncos y riachuelos, calles sin asfaltar, una fábrica de cerámica y donde Benisaudet era el fin del mundo... y ahora en Benalúa, donde me impregno de la historia y la vida de este barrio día a día.
También he veraneado desde muy pequeño en la Albufereta, viéndola crecer desde que apenas había allí un camino de arena que se adentraba en la condomina y el único sonido que perturbaba la calma era el paso del trenet cada hora. Siempre me iba a perderme con mi bici por los caminos que la huerta y el Camino de Benimagrell entre campos y Torres de defensa, hasta que poco a poco, me fui informando y aprendiendo de qué era aquello y cuál era su historia... casi al mismo tiempo que se fue destruyendo todo...
Desde que os encontré, suelo visitaros a menudo, y hoy por fin me he decidido a enviaros este correo de felicitación, y aprovecho para completaros el post de la Refinería la Británica
Resulta que allá por el 96 me fui con mis amigos a visitar unas minas "secretas" (que sólo nosotros creíamos conocer) y que nos parecía el hallazgo más grandioso que habíamos hecho jamás.
Desde la albufereta, caminamos por la vía del trenet armados con una linterna y una botella de agua. Cuando llegamos al lugar, cruzamos la carretera y entramos al antiguo recinto de la Refinería. Allí el mundo cambiaba y ya podíamos "oler" que eso era algo distinto: unos agujeros en la pared tapiados con bloques de hormigón nos decían que allí había algo.
Que ese lugar por el que tantas veces pasamos con el autobús, tenía algo escondido de lo que habíamos oído hablar y que no sabíamos qué era. Nos colamos por un agujero, encendimos la linterna, y apareció la maravilla: galerías excavadas en la roca, en plena y absoluta oscuridad, con el aire encarecido y frío... raíles de vagoneta por el suelo, paredes con escrituras de los pocos visitantes que se habían aventurado a colarse allí desde que la refinería desapareció... y nuestro miedo por encontrarnos con alguien allí dentro se equilibraba con nuestras ganas por descubrir qué era aquello, cuánto tiempo llevaba ahí, quién lo había hecho...
Comenzamos a andar: el aire era extraño, las paredes estaban tiznadas de negro, el polvo que levantábamos era lo único que alteraba la paz de ese lugar. Unos metros hacia adentro, el ruido de la carretera había desaparecido. Y también la luz. Cuando accedimos a las galerías laterales, llegó la fascinación: gigantescas bóvedas que se iluminaban por un fino hilo de luz que conforme se adentraba se atenuaba, y que se filtraba por un tragaluz excavado también desde la calle.
Algunas estaban vacías, otras con trastos viejos y cajas... Qué pena no haber tenido una cámara entonces... nos adentramos en la galería principal, y vimos todas las que había.
Aquello era infinito, realmente grande: cambios de altura, cuerdas, cajas, bidones... algo que hablaba de un pasado distinto.
Cuando el miedo ya nos atenuaba, salimos y respiramos aire puro.
Juramos guardar nuestro preciado secreto, como si eso fuera nuestro y lo fuéramos a tener toda la vida. He tratado de resumiros mi experiencia, porque hay cientos de anécdotas por contar, pero ya me estoy extendiendo demasiado y podría hablar durante horas...
Desde entonces, traté de informarme de qué era aquello y porqué nadie lo usaba o lo conocía. Descubrí incluso una salida de ventilación de la red de galerías en la ladera de la Sierra de San Julián que vierte junto a lo que hoy es el Plaza Mar2 y también una pequeña trinchera de la guerra civil.
Cuando leí en el periódico que el Tram quería pasar por delante, adecentar las galerías y hacerlas visitables como un centro cultural, por un lado me alegré, y por otro me apené: me habían quitado mi tesoro, lo habían descubierto y ya no sería como antes....
Con el tiempo he sabido que mucha más gente lo conocía, que simplemente, estaba abandonado como tantas otras cosas, pero recuerdo con mucha magia aquél descubrimiento, y me siento muy privilegiado de haberlo podido visitar en persona de aquella manera, sin estar restaurado, con iluminación... y haber visto hasta las cervezas abandonadas por los últimos trabajadores.
Es un lugar con un valor incalculable como legado para una ciudad como la nuestra.
Os mando los planos de la galería, levantados por un equipo de arquitectos que ha propuesto una serie de ideas para la rehabilitación.
Un abrazo.
Con cariño, Rubén Bodewig
Muchas gracias, Rubén.
Espero que este artículo haga justicia a tu aventura juvenil y a la Británica.
Gracias a tu información y tus imágenes, hemos aprendido un poco (mucho) más de aquella factoría, la misma que llenaba de combustible los submarinos alemanes para que atacaran nuestro propio país.
Hasta pronto

Cuando estuve en las galerías, todavía quedaban objetos abandonados de hacía 50 (!!!!) años. Algunos botellines de tercios de cerveza de "El Neblí" abandonadas (que tenían un color rojizo y en lugar de etiqueta, un dibujo pintado sobre el mismo cristal), trastos, tablones... y lo que más me llamó la atención: cajas de madera (todas vacías, claro) que llevaban escrita la fecha de 1949 y unas etiquetas que me ayudaron a empezar a descifrar qué fue aquello cuando yo no tenía ni idea de su pasado. Yo cogí una arrancándola de unos clavos oxidados con las llaves de mi casa, y con mucho cuidado por si el papel se deshacía (era un pequeño cartoncito, pero ya se había dividido separándose las dos caras).
Aquí os pongo mi pequeño tesoro, que guardé muy bien cuando tenía 12 años, y que ayer recuperé para compartirlo aquí. Os parecerá una tontería, pero para mí significa que no lo soñé, que sí que estuve allí, y me trae miles de recuerdos con sólo mirar estas letras envejecidas.
¿Qué transportaría aquella caja? ¿Cuál sería su historia? siempre he querido imaginarlo.
Espero que os guste... ya sabéis porqué...


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Historias del Callejero: El Chalet del General Mancha (también se ve en primer plano en la primera foto de este post)

 
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