14 mayo 2007

LA SANTA FAZ (I)

En el hito devocional de la Santa Faz hay una fecha clave: el 17 de Marzo de 1489.
Y un personaje trascendental: Mosén Pedro Mena, que vivió entre 1410 y 1493.
La historia nos habla de un sacerdote sanjuanero, virtuoso y admirado debido a muchas cualidades por un cardenal (familiar lejano suyo) que se lo llevó a Roma. Al desear volver a su tierra natal, el cardenal le regaló la reliquia de la Santa Faz que había sido trasladada a Venecia desde las estancias papales cuando una epidemia de peste asoló Roma en 1483.
Pedro Mena la guardó en el fondo de su arcón, ya que no le concedía demasiada verosimilitud al paño. Sin embargo, cada vez que abría el arcón, aparecía la reliquia arriba del mueblo.... ¡y se desencadenó el supuesto Milagro!
Hace poco han descubierto los historiadores la verdadera figura que se escondía tras el anónimo cardenal: Rodrigo Borgia, padre de Cesar y Lucrecia, nombrado después Sumo Pontífice como “Alejandro VI” en 1492 y bisabuelo del santo de Gandía, Francisco de Borja.
Al asombrarse Mena del fenómeno del arcón ya descrito y ante las sequías que asolaban nuestra amada Huerta, decidió trasladarla en rogativa “ad petendam pluviam” hasta el santuario lucentino de Los Ángeles.
Y aquí ocurrieron 3 milagros seguidos: el viernes 17, el viernes 24 y el viernes 31 de Marzo de 1489.
El de la lágrima, cuando el padre Villafranca (en su función de portador de la reliquia) sintió al llegar al barranco de Lloixa, donde por ello se construyó el monasterio actual, un gran peso, observando a continuación que una lágrima brotaba del ojo derecho de aquel rostro.
El de las tres faces, durante la predicación del franciscano Benito de Valencia, entrando en levitación con la reliquia en las manos y apareciendo en el cielo dos faces más, por los tres pliegues que llevaba el manto de Verónica.
Y el de la cruz, al continuar el tercer viernes con las predicaciones ante la multitud y aparecer en el cielo una cruz celestial entre un arco iris.
Como eran muchos los testigos, enseguida se otorgó bula papal (el 8 de Agosto de 1490) por Inocencio VII. Lo cierto es que los fenómenos tuvieron una gran repercusión en el pueblo, y dicen que Fernando el Católico otorgó el título de ciudad a Alicante en 1490 por los tres milagros. Por ese entonces, ya se había levantado el monasterio en la zona de la "lagrimita", al cual se adosaría en el siglo XVI una torre fortaleza para preservar a la reliquia y a sus moradoras de las habituales incursiones piratas.
En aquellos primeros años, se sabe que las monjas daban trocitos del lienzo a prohombres de la zona a cambio de limosnas, algo que hoy se acerca bastante a una aberración.
A lo largo de los siglos se han venido sucediendo los traslados y procesiones debidos a epidemias y sequías. Y cuando las actos celebrados con la llegada del siglo XX fue llevada la Santa Faz a Alicante y una multitud se acercó al sacerdote que la llevaba, empujándolo y doblando la cruz que remata el relicario, se decidió no sólo dejarla así, sino dejarla quieta en un mismo lugar para evitar accidentes “involuntarios”.
Asaltado y saqueado el monasterio el 26 de julio de 1936, se salvaron sólo tres predelas del retablo renacentista de madera que fue quemado. La salvación de la reliquia también está envuelta en milagros, mitos y narraciones dispares, apareciendo personas que se arrogaron unos méritos que no les correspondían. Se decidió pues esconderla hasta 1939 en un sótano de la Diputación, para evitar daños.
Sin embargo, aunque el régimen franquista alentara aquello que se ha venido en llamar “nacionalcatolicismo”, es cierto que hasta la llegada de la democracia no ha habido reacción popular rotunda.
Fue entonces cuando se hicieron multitudinarias las “peregrinas”.

 
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