26 marzo 2007

EL PASEÍTO DE RAMIRO

La plaza o Paseíto de Ramiro esta ligada a nuestra ciudad desde sus orígenes, al lado de Santa Maria, antigua mezquita y cerrada hacia el mar y hacia el Benacantil por las murallas de la ciudad. Plaza de guerra, sufrida de cañonazos y escaramuzas a lo largo de la historia.
Pero hubo un tiempo mejor, un tiempo donde el Paseíto de Ramiro (o de Remiro del Espejo) fue un jardín romántico, en sus orígenes era amplia y de suelo accidentado. El alcalde Carlos Chorro Zaragoza decidió construir, en parte de la misma plaza yerma, un jardín, cuyas obras se iniciaron en 1882 y se concluyeron en 1885, cuando ya la alcaldía la ocupaba Julián de Ugarte y Palomares.


En noviembre de este mismo año, el cronista Rafael Viravens y Pastor propuso que llevara el nombre del gobernador civil Ruiz Corbalán, que estaba al frente de la provincia, por aquel tiempo, y que se había distinguido por su lucha contra la epidemia de cólera introducida por la familia Queixal, procedente de Marsella. El Ayuntamiento acordó dar el nombre del político al reciente jardín.
Durante ocho años, de 1890 a 1898, se levantó en el mismo una estatua de bronce dedicada al filántropo cacereño José María Muñoz, a quien la Asociación de Amigos de los Pobres había adjudicado el nombramiento de Héroe de la caridad, y que tanto hizo por Murcia, Orihuela y otros pueblos de la Vega Baja damnificados por las inundaciones de 1879. Muñoz se negó enérgicamente a que se le erigiera la estatua en la ciudad en la que residía y no fue hasta que falleció en Alicante en 1890 cuando se instaló el monumento dedicado a su memoria. La estatua fue retirada por el Alcalde Gadea y por petición del edil Guardiola Ortiz se encargó al escultor Vicente Bañuls que se refundiera el bronce y se le hiciera otra. Tuvo fuente pública con las aguas que bajaban del algibe del benacantil, en la calle de la Mare de Deu dels Socorrs.

En 1912, parte del jardín de Ruiz Corbalán fue destinado a escuela y en 1913, se acordó, con la conformidad del interesado, darle el nombre del campellero universal Rafael Altamira. La escuela nacional se entregó el 11 de agosto de 1913. La Escuela-Jardín, la enseñanza al aire libre, un proyecto de Altamira que proliferó con éxito en nuestro país.
Fue en 1920, siendo alcalde Antonio Bono Luque cuando se decide cambiar de nuevo el nombre a la plaza, pasando a ser Plaza de la Baronesa de Satrústegui, en honor a tan virtuosa dama que no olvidó en su testamento el gran cariño que profesaba a esta ciudad, y que había construido a su instancia el Asilo de Nuestra Señora de los Remedios en el paso de Campoamor. Ilustre vecina de la Plaza, su familia se volcó en ayudar a nuestra ciudad. En esta época fue lugar de verbenas y festejos veraniegos.

Ya en julio de 1939, se impone por iniciativa de varios concejales que la plaza de la Baronesa de Satrústegui se llame desde ahora plaza del Teniente Luciáñez.
El alcalde Teniente Ambrosio Luciañez Riesco, con palabra reveladora de la honda emoción que siente, agradece a sus compañeros este acuerdo encaminado a honrar la memoria de sus soldados que habían muerto “por Dios y por España”.
En 1971, comienzan las obras de la Casa de Cultura, la hoy Biblioteca Nacional Azorín, la amenaza de un parking rondó por la plaza. Oficialmente, volvería a denominarse plaza o paseíto de Ramiro, aunque popularmente nunca dejo de serlo, a partir de enero de 1983, de acuerdo con la moción presentada por el alcalde José Luis Lassaletta Cano y el concejal de Cultura, Ángel Vives.

Hoy del jardín romántico que fue ya no queda nada, se ha recuperado un trozo de la muralla, si, pero el cemento de la modernidad se llevó el encanto y con él, palmeras y árboles centenarios y Recuerdos…

Puedes localizar el Paseíto de Ramiro en nuestro Mapa de Panoramio.

 
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